sábado, 1 de agosto de 2009

Mientras se escribía

Escribir una novela no es fácil y hay que tener tiempo, esta novela fue escrita entre Canarias, donde tuve la idea y la empecé, Edinburgo; donde escribía de noche, en una casa con olor a whisky; además de en París, donde la terminé: acompañado de alguna copa de vino malo al que me tenían que invitar, es una de las ciudades más caras, vivas e irresistibles, duras... perdurará por siempre en mi corazón con su luz de metro, medio apagada por las calles de Monmartre, callada en una buhardilla junto al olor de una caja de pinturas y el repiquetear de unas teclas de ordenador, llena de vida en los dibujos que mis manos trataban de fotografiar plasmando personas y monumentos, fotografiando lo único que sabía que nunca volvería a ver, esperando que no tener nada y ser un corazón que late entre tantos millones en una ciudad con tan distintos sonidos fuese lo que me ayudase a sobrevivir. Esperando a desdibujar los consejos de quienes me influyeron a su paso y de los instantes que me hicieron más fuerte, tal vez más humano.

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